El tema de la estación intermodal es uno de esos que se prestan fácilmente a la mala interpretación interesada. No es el único, ya nos hemos acostumbrado a que se malinterpreten y manipulen nuestras posiciones en temas como el AVE o el bilingüismo.

Dada la imposibilidad de que la construcción de esta estación salga adelante a corto o medio plazo por motivos prácticos (por ejemplo la necesidad de acuerdo entre las distintas administraciones y empresas involucradas, la disponibilidad presupuestaria o la incertidumbre acerca de los futuros trazados de las vías de entrada a Lugo), lo más fácil sería ir a favor de la corriente y unirnos al clamor generalizado, y vacío, pidiendo que se construya ya. Pero lo fácil rara vez coincide en política con lo honesto. Y si a algo nos comprometimos cuando nos presentamos a las elecciones municipales fue a defender nuestras ideas con honestidad y a evitar la demagogia vacía por mucha rentabilidad electoral que ofrezca.

Dejemos las cosas claras:

¿Queremos una estación intermodal en Lugo? Sí

¿Cuándo? Cuando toque. Cuando tenga sentido y sea económicamente posible y viable.

La gran cuestión es si es necesaria ahora mismo. Si ciudades que nos gustan, que suelen estar a la cabeza en calidad de vida, planteamientos urbanísticos y de desarrollo sostenible, con redes de transporte y comunicaciones considerablemente mejores y más complejas que las nuestras, como son Oviedo y Vitoria –por poner dos ejemplos-, sobreviven sin estaciones intermodales, la respuesta parece evidente.

Asunto diferente, dado el estado de la estación de autobuses y del entorno de la estación de tren, sería estudiar una solución intermedia al estilo del modelo adoptado, por ejemplo, en la estación de Sants de Barcelona.

Pensemos por un momento qué conectaría una estación intermodal ahora mismo: un sistema ferroviario anticuado, con escasas frecuencias y pocos destinos; líneas de autobús interurbano con pocos destinos y también escasas frecuencias, algunas en “peligro de extinción”; y una red de transporte urbano que apenas ha iniciado un proceso de revisión y, sorpresa, escasas frecuencias.

Para que la estación intermodal tenga sentido es necesario que sirva para conectar sistemas de transporte diferentes que funcionen eficientemente y que sirvan un propósito. Hoy por hoy, esto no ocurre.

A nosotros nos parece evidente que hay mucho que hacer antes de que podamos plantear la conveniencia, no ya la necesidad, de dedicar nuestros recursos a la construcción de una nueva estación intermodal.

Mejorar las comunicaciones ferroviarias de Lugo con Ourense y A Coruña, y por defecto con Santiago, Vigo y la Meseta, pero también con A Mariña y el eje cantábrico, acercándonos a Oviedo, Santander y Bilbao, debería ser prioritario si queremos fijar población en nuestra ciudad, impulsar el desarrollo industrial y aumentar significativamente el flujo turístico.

Lugo es, muy posiblemente, no sólo la capital de provincia peor comunicada de Galicia sino de toda España. Cambiar eso debería ser lo prioritario.

Ojalá dispusiéramos de recursos ilimitados, o al menos suficientes para afrontar todo aquello que queremos para Lugo. Pero la realidad es que los recursos son limitados: en el Concello, en la Xunta y en el Gobierno Central. Es necesario, por lo tanto,  establecer prioridades realistas y gestionarlos responsablemente.

Priorizar la construcción de la intermodal ahora mismo sería como construirnos un garaje de diseño antes de cambiar de coche y adecentar el camino de tierra que lleva a casa. O como reza el dicho popular, empezar la casa por el tejado.