Hace unos días conocíamos que el Juzgado de Instrucción número 1 de Santiago de Compostela había citado a declarar en calidad de investigado a Jorge Duarte, concejal de Compostela Aberta encargado de la Concellería de Espacios Ciudadanos del Ayuntamiento de Santiago. La causa, un supuesto delito de prevaricación por trato de favor o trato desigual a locales de ocio de nuestra ciudad (recordemos que la figura de investigado es la que sustituye a la anterior de imputado, tras una dulcificación del términos jurídicos en la reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal aprobada el pasado año.)
Es sabido que en Ciudadanos hemos defendido siempre la separación inmediata de cualquier cargo público o de partido a imputados por corrupción política (prevaricación, cohecho, tráfico de influencias o malversación de caudales públicos) hasta la resolución completa del proceso judicial. Así figura en nuestro código ético y así lo hemos exigido en los diversos acuerdos que hemos firmado con otras fuerzas políticas para favorecer la gobernabilidad en comunidades autónomas, ayuntamientos y más recientemente en el Gobierno de la Nación.
Debemos entender que los políticos son servidores públicos que acceden a sus cargos para servir y no para servirse de los mismos y por lo tanto las exigencias de limpieza van mucho más allá de la responsabilidad judicial en eso que llamamos responsabilidad política.
Poniendo por delante que la presunción de inocencia es un derecho de nuestro ordenamiento jurídico y que quizás sea una tarea pendiente de nuestra joven democracia implementar medidas de resarcimiento y figuras como el apartamiento temporal con opción de recuperar el cargo, lo que es cierto es que un cargo público bajo sospecha hace poco favor tanto a su cargo como a la institución a la que representa. En otras democracias europeas el verbo dimitir se conjuga en primera persona con mucha mayor facilidad que en nuestro país, donde parece que solo se puede usar en segunda y tercera persona.
Volviendo al caso que nos ocupa, ya solo por lo expuesto, desde nuestra formación tenemos más que suficiente para exigir una separación de su cargo del Sr. Duarte.
Pero es que además en este caso nos encontramos con que Compostela Aberta tiene un código ético del que presume y utiliza además especialmente para fustigar a sus adversarios políticos. En el artículo 3.7 del mismo se dice “«Compromiso de renuncia de forma inmediata de todos os cargos, ante imputación pola xudicatura de delitos relacionados con corrupción, prevaricación con ánimo de lucro, tráficode influencias, enriquecemento inxusto con recursos públicos ou privados, suborno, malversación e apropiación de fondos públicos, ben sexa por interese propio ou para favorecer a terceiras persoas».
Podemos, Mareas y sus confluencias, como se gustan llamar, son tremendamente hábiles en retorcer el lenguaje y exprimirlo siempre a su favor. Se escuda el Sr. Duarte en que en su caso no hubo lucro. Sin embargo podemos suponer que un trato de favor esconde siempre un pago o compensación por alguna deuda pasada, presente o futura, quedando el beneficiado obligado con el beneficiador. Hemos asistido por desgracia en los últimos años a asuntos en los que mediaban regalos como bolsos, trajes, etc. donde el ánimo de lucro también era cuestionable, pero en donde se entendía que su mera aceptación hacía surgir la duda sobre la predisposición del receptor del regalo hacia el que lo entregaba.
Señala también el Sr. Duarte que las sanciones a aplicar eran en algunos casos desproporcionadas y que por ello en responsabilidad dilataba la decisión para evitar perjuicios injustificados. Hasta ahí podríamos estar de acuerdo. Nos parecería bien que se revisase la norma si realmente es injusta o que se suspendiese hasta que hubiese sido revisada, pero siempre y cuando esto se hubiese hecho con transparencia, publicidad y sobre todo afectando a todos y no solo a aquellos que “apoyan la causa”.
Y por último dicen desde Compostela Aberta que son soberanos en interpretar su propio código ético. Estaríamos de acuerdo si no fuese porque lo han utilizado como bandera pública de regeneración política y como herramienta electoral incluyéndolo en su programa. Desde ese momento asumen un compromiso con el electorado.
Tememos que el Sr. Duarte está atrapado en su laberinto. Y por responsabilidad y coherencia vemos una única salida.