GMCs. Lugo, 25 de abril, 2016
Mientras algunos andan dando vueltas a la “importantísima” cuestión de cómo llamar al nuevo auditorio, a nosotros nos preocupan más dos cuestiones que, a medio y corto plazo, pueden ser claramente determinantes.
A corto plazo, indudablemente la cuestión que más preocupa –más allá de la recepción formal de la propia obra, aspecto que los técnicos municipales parecen no tener nada claro por motivos diversos, y sin entrar siquiera en aspectos como la carencia de un foso para la orquesta o espacio suficiente para tramoya de cierta envergadura- es la de la dotación y equipamiento del edificio de forma que pueda servir a su propósito.
Con un convenio desaparecido a efectos prácticos, el equipo de gobierno no puede garantizar si la Xunta está obligada o no a entregar el edificio debida y completamente equipado.
Dado que el coste de equipar el nuevo auditorio se ha estimado en unos 4 ó 5 millones (la simple amplitud del paréntesis ya es una buena indicación de la falta de previsión real en este aspecto) y que ni la Xunta ni el propio Concello han incluido en sus presupuestos para este año consignación económica alguna que se acerque remotamente a esa cantidad, uno debe preguntarse qué va a ocurrir ahora que la obra parece estar acabada. Bien podemos encontrarnos con un cascarón vacío que no puede utilizarse por falta de equipamiento básico.
A medio y largo plazo sin embargo, la gran cuestión es la programación. Resulta preocupante que, con la obra terminada, en la Concejalía de Cultura no haya atisbo alguno de un plan sólido para dotar al nuevo auditorio de vida propia, por no hablar de viabilidad económica. Una buena programación cultural es algo que precisa conocimiento, voluntad, esfuerzo, trabajo y tiempo. No se improvisa sobre la marcha, no se hace de un día para otro, ni siquiera de un año para otro.
No hablamos de trasladar al nuevo auditorio la Escuela de Música o cualquier otra infraestructura existente, estamos hablando de dotar al nuevo auditorio del contenido para el que se supone ha sido construido. A estas alturas, no es comprensible que quienes llevan años y años en el consistorio, sólo ahora empiecen a preocuparse de este aspecto.
Está muy bien que el BNG quiera que haya reuniones con las asociaciones culturales, pero si Lugo quiere entrar en la liga de ciudades con una programación cultural de primer orden, el equipo de Carmen Basadre debería llevar meses, si no años, trabajando en esto. Como mínimo, deberían haber revisado el rechazo a la invitación recibida hace unos años para formar parte del programa PLATEA, el Programa Estatal de Circulación de Espectáculos de Artes Escénicas en Espacios de las Entidades Locales, organizado por el INAEM, dependiente del Ministerio de Cultura, en colaboración con la FEMP.
Hemos perdido ya un tiempo precioso y parecemos abocados a la autoflagelación y el llanto una vez que nos encontremos con un auditorio listo para ser utilizado, vacío de contenido e, indudablemente, carísimo de mantener. De modo que va siendo hora de que todos, pero muy especialmente la Concejalía de Cultura, se pongan las pilas de una santa vez y se aseguren de que el nuevo auditorio ofrece una programación de primer orden que no sólo haga a los lucenses sentirnos orgullosos y satisfechos, sino que garantice, además, su viabilidad económica.
De no ser así, se van a encontrar, además de con una enorme factura de mantenimiento, con la indignación de una ciudad que no puede ni debe entender cómo por pura ineptitud se desperdicia esta oportunidad para poner a Lugo a la vanguardia cultural de las provincias españolas.